Felicidad De Las 17:00
Se terminó la mañana, como todas las otras, desde tu "Buen día" hasta las 12:00 todo lo que tengo que enfrentar sola ya es costumbre y nada catastrófico. Un buen almuerzo me espera, pero antes que todo tomar el celular guardado en el fondo de mi mochila, casi perdido (como un intento de no mirarlo a cada segundo ansiosa) y ver tu nombre entre mis notificaciones...¡sonrío! Rutinario, pero siempre emocionante, igual a los primeros días marzo.Suerte que nadie me va decir nada si te escribo estando en la mesa; porque la idea de dejar el celular solitario, frío y con las lucecitas piscando es similar a una tortura psicológica, como que tu música favorita esté sonando en algún lugar y tengas que cantarolar la letra, sí o sí, es inevitable. Así me siento con tus mensajes... leerte y hacerte saber que estoy aquí, más un día extrañandote, sabiendo que esos quince minutos son sagrados, hasta que vuelvas a dejar mi celular solitario y frío por cinco horas más.
Bien, es hora de siesta, se pasan programas en la TV que quisiera compartir con alguien. Talvez la música de aquella película que me encantó, la cual de seguro conoces, sabes la letra y me cantarías si fuese necesario.
Aún son las 14:00. Extiendo los dedos de una de mis manos y cuento, faltan tres, tranqui...
Pienso en hacer manualidades, alguna cosa que me distraiga del tiempo. Hago algo divertido con lo que veo en casa. Teniendo dos, aún me faltan tus manos para ayudar, tu mente para dar ideas, o simplemente tus ojos para admirar lo que estoy haciendo.
¡Eh! Faltan apenas dos. Cómo pegaría que veas lo que acabo de terminar...
Al descuido miro hacia algún lugar de la casa, y ahí está él, sigue solitario y frío.
Debo comer algo y pienso en pizza, ok, estoy engordando, pero ni ahí, yo sé que no te importa mucho, a mi tampoco. Estoy de buenas, sólo falta una hora.
En el balcon me gusta esperar, el sol es hermoso cuando se va despacito y me dice resplandeciente "ya se está acercando el tiempo de hablarle", de dar letras, puntos y comas a los pensamientos que guardé durante toda la tarde y poder expresarlos en un mensaje instantáneo.
Por fin... ¡se completa el día! Es hora de abrazar el celular y sonreír frente a su pantalla. Ya puedo compartir las miles de cosas que ocuparon lugar en mi mente; para ahora ocupar un lugar en la tuya.
El mejor tiempo creo que es el de la espera, que hace valer la pena la llegada.
Nunca una hora fue tan feliz.
¡Soy feliz! Son las 17:00.